La semilla del lino
Los vascos por mar han realizado la ruta Asturias-Galicia-Portugal y Sevilla durante siglos. En Portugal recogían semilla de lino de muy buena calidad, por tanto, los europeos acudían allí a comprarla. Entre ellos, los comerciantes vascos que transportaban hierro y herramientas en grandes barcos y a cambio volvían con trescientos o cuatrocientos sacos de semillas de lino. En aquella época era toda una industria.
Entre dos hombres la semilla traída de Portugal la transportaban en chalupa de Deba al puerto de Alzola en los siglos XII, XIII y XIV. Los comerciantes con la ayuda de los muleros repartían las semillas de lino por todo el interior de Gipuzkoa, así como en Nafarroa, Araba y Castilla.
Una vez distribuida la semilla de lino en los municipios, los comerciantes le pedían al párroco que anunciara en la misa del domingo que el vendedor estaba toda la semana en el pueblo dispuesto a vender las semillas de lino. Era a partir de entonces cuando las mujeres acudían a comprarlas.
El trabajo y el agotamiento de las mujeres
Las mujeres cultivaban la tierra del entorno del caserío, la abonaban y plantaban las semillas. A continuación cuidaban la tierra y sacaban la fibra de la semilla. El siguiente trabajo consistía en llevar la fibra a los pozos de lino dónde las tenían a remojo durante 15 días para ablandarla. Todo este proceso lo elaboraban las mujeres, los hombres no participaban hasta el siglo XIX que es cuando comienzan a trabajar en los telares. Tras retirar las fibras del agua, las secaban en los prados y utilizaban diversas herramientas, por ejemplo, los mazos para aplastarlas y poder sacar el hilo.
Una vez conseguido el hilo, las mujeres se reunían por la noche en los desvanes para hilar, únicamente mujeres que utilizaban los candiles con grasa de ballena, como demuestran los siguientes refranes: “Cada moza que le tocaba traía su caldíl con grasa de ballena”, Por San Agustín hilan las mozas con un candil”.
El golpeado del lino, agramarlo, cardarlo, la extracción, el refinado, hacer las madejas y limpiarlas con ceniza de madera de haya, ceniza del fuego para cocerlo, era un proceso muy largo y muy duro.
El fruto del trabajo
Las camisas, las sábanas, los pantalones, las toallas, los pañuelos todo era de lino. También las piezas relacionadas con la iglesia, como los trajes de los sacerdotes, los manteles del altar, telas para llevar el pan de la iglesia para ofrecerla, así como la tela para cubrir a los/as difuntos/as. La sabana para cubrir al difunto antes de enterrarlo era muy valorada y se guardaba para los siguientes difuntos/as.
En cuanto a los tocados, también eran todos de lino, las mozas y las doncellas podían llevar la cabeza al aire, sin cubrirla, sin embargo, las niñas, las mujeres casadas, las sacristanas (las casadas con la iglesia, las encargadas de cuidar las iglesias) y las monjas por supuesto, debían llevar la cabeza cubierta.
Los tocados fueron muy problemáticos con la iglesia que decía que eran símbolos fálicos y las mujeres no lo negaban.
La beatila * era muy apreciada en aquella época, sin embargo, hoy en día nos resulta totalmente desconocida, debido a la perdida de los métodos de trabajo. Las camisas, por ejemplo, eran muy ásperas porqué para elaborarlas no se trabajaba tanto el lino. Sin embargo, para elaborar los tocados se utilizaba un lino finísimo que se trabajaba mucho, es como hacían la beatila. Sobre todo las elaboraban para venderlas a los comerciantes que las llevaban a los mercados de todos los municipios de la península Medina del Campo, Valladolid, Valencia, Madrid, Sevilla, etc. Las transportaban encima del mulo, en dos cajas de 100 kilos, en ocasiones no llegaban a su destino porque se les perdían por el camino. Se vendían muy bien, porqué las mujeres estaban obligadas a cubrir su cabeza. En aquella época también seguían la moda y cuanto más elegante era la beatilla las mujeres también eran más distinguidas. Las mujeres eran las que elaboraban las beatillas que vendían posteriormente los comerciantes con quienes negociaban. Las mujeres les decían: “¡oye, si no me pagas tanto no te la vendo, otro comerciante también está interesado!” Entre los comerciantes existían espías que conocían lo que tenía cada mujer y a quién tenían que comprarle la beatila. Esta pelea de la mujer aparece en muchos documentos, la mujer tenía su vida económica y social, sacaba su negocio adelante.
*Beatila (Lar beatillea (det.)), bietila (V-m ap. A). "Beatilla, tela delgada de lino, viene del Bascuence meatilla, meatillea, que significa 'lana delgada' (illea, ulea, 'lana', mea, 'delgada'). Beatillea, miisa" Lar. "Hilo fino que se hace de cerro puro" A. Cf. DAut: "Beatilla, cierta tela de lino delgada y clara, de que suelen hacer tocas las Beatas y mujeres recoletas [...]. Covarr[ubias] discurre se pudo así llamar de la palabra Beata"; Aizk: "Beat-illea (Lar), misija (G), beatilla, tela delgada para tocas de monjas".
Hasta hace 100 años la ropa más apreciada era la realizada en lino, porque eran las más fuertes y duras, aunque también en ocasiones, ásperas. A partir de entonces desaparecieron las artesanas del lino.
Detrás de todas las prendas de lino está la mujer, su trabajo. Las mujeres tenían presencia económica y social ante la judicatura.