Noviembre en Igartubeiti
LA HUERTA
En noviembre hay que preparar la huerta para el invierno. Las comunidades campesinas llevaban a cabo este trabajo anualmente, produciendo un conocimiento que ha llegado hasta nosotros/as en forma de patrimonio.
En primer lugar, es momento de recoger una de las cosechas más importantes, el maíz, que se introduce a lo largo del siglo XVI, aunque se necesitó más tiempo en consolidarse como alimento cotidiano. Al principio se utilizó como alimento del ganado, y es en el siglo XVII cuando se consolida como alimento de las familias campesinas. Aún así, antes de la llegada del maíz, los/las agricultores/as del País Vasco también trabajaban otros cereales (trigo, cebada, mijo…), de los cuales el más preciado era el trigo. En la vertiente sur del País Vasco abundaba el trigo, sin embargo, en la vertiente norte, lo importaban debida su escasez. Además, el trigo se utilizaba para pagar las rentas, tributos y diezmos a la iglesia y a los nobles, por lo que en los caseríos se alimentaban de mijo (artatxikia). Pero con la llegada del maíz, conocido como la borona, poco a poco va cogiendo importancia y se puede decir que le roba el nombre al mijo, ya que los campesinos lo denominan artoa. La importancia que tuvo la llegada de este cereal se refleja en la arquitectura de los caseríos, ya que la fachada principal se amplió para construir un granero donde guardar el maíz.
De esta manera, durante octubre y principios de noviembre, recogeremos la cosecha de maíz y la guardaremos en el desván. Primero hay que deshojar el maíz. Y a partir de noviembre como las horas de luz disminuyen y abunda el frío, se juntaban alrededor del fuego o en los desvanes de los caseríos para deshojar el maíz. En ocasiones, había que dejar algunas hojas para unir las mazorcas unas con otras haciendo un trenzado y así las colgaban en el desván o a la entrada del caserío, para que se secasen mejor. Después del secado había que desgranar. En estas ocasiones en las cuales se juntaban varios caseríos, como nos recuerdan muchos escritores o los/las propios/as baserritarras, no faltaban historias, cuentos o canciones que contar y cantar. En el entorno rural, la transmisión oral ha sido fundamental y muchas veces se daba en formas de canción. Para terminar, quedaba llevar el grano al molino para luego elaborar “talos” con la harina obtenida, imprescindibles para pasar el invierno.
Mazorca de maíz en Igartubeit
Continuando con los cereales, en noviembre los campesinos/as ya empezaban a pensar en el siguiente verano. Como se ha comentado azaroa (noviembre) se considera como el mes de las semillas, y es cuando se siembra las semillas de diferentes cereales como la cebada o el trigo, los cuales se trabajaban antes de la llegada del maíz.
Pero los trabajos en noviembre no sólo consisten en recoger la cosecha. Podemos hacer alguna que otra plantación, y en relación a los meses venideros, sabiendo que van a ser fríos, tendremos que elegir bien. Aza-aroa, el propio nombre nos indica que es época de la familia brassica oleracea, es decir diferentes variedades de col. Dentro de esta hay mucha variedad, pero en Igartubeiti hemos plantado la berza o col forrajera.
En los caseríos, en cuanto a los alimentos de invierno, la berza ha tenido mucho prestigio y además está muy hecha a estas tierras de mucha agua, y como no, es muy saludable. Aunque cabe decir que en los últimos años ha ido perdiendo prestigio como alimento. Aun así, para hacer frente al frío invierno es un producto perfecto que puede ir acompañado de alubias y un poco de morcilla. Pues noviembre es mes de las matanzas de cerdo.
En cuanto a la plantación, necesitaremos un espacio considerable, ya que al crecer con las hojas abarca mucho espacio. Por otro lado, no podemos plantar en cualquier tierra, pues no irá bien en una tierra recién roturada. Tampoco le gusta una tierra muy ácida por lo que habrá que echar un poco de cal o cenizas. También necesita abono orgánico, pero no echar a la vez que la cal. Conviene mojar las raíces de las plantas que vamos a plantar, así se fijarán mejor a la tierra. En la plantación dejaremos 50 cm de planta a planta y después de plantar pisaremos la tierra para que el frío no llegue a las raíces de las plantas. En un principio no tenemos porqué preocuparnos por el frío, pero puede que alguna helada fuerte le afecte. En ese caso, si ya ha crecido, sacaremos la planta, le quitaremos las hojas que se han estropeado y guardaremos encima de un poco de paja, así nos va a aguantar un poco más. Se puede plantar en aquellos sitios donde anteriormente hemos tenido alubias o algún tipo de leguminosa, ya que aprovechará el nitrógeno que ha quedado en la tierra.
Plantación de berzas
EL ENTORNO
Después de pasar todo octubre prensando la manzana, nuestros lagares ya pueden descansar hasta el año que viene. Y lo mismo se puede decir del entorno. A partir de noviembre nuestro entorno comenzará a vestirse de invierno. Los pastores y sus ganados ya están haciendo la tradicional trashumancia desde los altos pastos a valles más cálidos. Al mismo tiempo los colores de otoño van disminuyendo como la luz del día, y los alrededores se llenarán de hojarasca, que podremos utilizar como abono para las huertas.
Debajo de la hojarasca podemos encontrar un tesoro muy preciado y que tiene mucha historia en el País Vasco desde la antigüedad, la castaña, el fruto del castaño. Este árbol es muy antiguo en el País Vasco, se conoce ya desde el siglo V .a.c. De ahí que tengamos mucha toponimia y apellidos derivados del nombre gaztaina-castaño. Como hemos dicho, es por la importancia que ha tenido dentro de las comunidades campesinas. Por un lado, la madera del castaño ha sido muy apreciada para todo tipo de construcciones, o incluso para las colmenas se vaciaban los troncos de castaño. Para protegerse del mal de ojo, se llevaba un trozo de carbón de madera de castaño. Y al mismo tiempo, el fruto, la castaña ha sido un alimento fundamental en la historia del País Vasco. Como el trigo no era muy abundante en la vertiente norte del País Vasco, tenían que pagar los tributos en trigo y al no tener maíz hasta el siglo XVI, la castaña era la base junto a la avellana y la bellota. Castañas asadas, castañas cocidas, harina o pasta de castañas… Este producto no se consumía únicamente aquí, se vendía en Alemania, Inglaterra y Holanda. Los campesinos recogían las castañas y las guardaban en recintos amurallados de piedra que se denominaban kirikiñausi, para conservarlas mejor, y después las comercializaban por mar. El centro de este comercio fue Araba, en el valle de Aiara.
Castañas del entorno de Igartubeiti
Hoy en día, en las plazas de las ciudades y de los pueblos en invierno podemos encontrar castañas asadas, también era costumbre comer castañas el día 1 de noviembre, para celebrar “arimen eguna”. Según las creencias populares del País Vasco, el último día de octubre y el primero de noviembre guardan cierto misterio y magia. Si bien nos parece que halloween es algo novedoso entre nosotros/as no es así. Hasta mediados del siglo XX, se celebraba algo parecido o por lo menos también se ponían las calabazas en las casas y los alrededores, pero tenía otro significado, este pequeño ritual detrás tenía otro sistema de valores, creencias y significados que eran parte de la cultura y de la sociedad. Lo que se celebraba era “gau beltza” o “arimen gaua” y se creía que las almas de los familiares y amigos fallecidos regresaban a casa por la noche del 31 de octubre y la madrugada del 1 de noviembre. Esto es un reflejo de esa cosmovisión donde la muerte también era parte de la vida cotidiana, no era algo extraño ni suponía una ruptura con la vida, era otro modo de concebir la muerte. Era una concepción cíclica de la vida, y ese día se representaba esa visión, el día en el que las almas de los/las difuntos/as regresaban a casa. Y entre otras cosas, se celebraba comiendo castañas. Con este día, en el País Vasco, comenzaba el largo invierno, hasta la siguiente primavera