Noche mágica
El término solsticio proviene del latín “sol” y “sistere” (permanecer quieto), y es en junio cuando el sol alcanza su máxima altura. De modo que la luz y el fuego, como en otras épocas del año, tienen especial importancia y simbolismo. Para celebrar que se completa el ciclo de sol, la costumbre es encender la hoguera de San Juan. El fuego, tanto la de la casa como la de la hoguera de San Juan, era la representación del sol, que se entendía como un ser vivo, y de ahí las frases en euskera como “sua bizirik dago” “el fuego está vivo” o “sua hilda dago”/ el fuego está muerto”. También existía la costumbre de saludar al sol a la mañana y despedir a la noche con canciones y dichos.
De modo que el cambio de ciclo del sol, desde muy antiguo ha causado fascinación y cierto misterio entre diferentes culturas y civilizaciones. En nuestro caso está la creencia de que durante el solsticio el entorno se dota de una aura mágica. Es por eso, que durante estos días los elementos de la naturaleza se ven de otra forma, desde el punto de vista ritual y simbólico.
Todas estas creencias y ritos los tenemos que ver y entender dentro de un contexto cultural y económico determinado. Es decir, dentro de una comunidad que ha vivido en relación directa con su entorno. En este sentido, el solsticio de verano se puede entender como un momento de cambio en el tiempo del entorno y el caserío, se termina un ciclo de sol y empieza otro (hasta el 21 de diciembre), por lo que se puede entender como un rito de paso. En este cambio, los elementos de la naturaleza son los que adquieren el poder de limpiar y proteger el caserío, la familia, el ganado… durante el siguiente ciclo.
Uno de esos rituales, relacionado con las plantas, es la del fresno. Durante el día del solsticio de verano se coloca una rama de fresno en las puertas de las casas. En algunos sitios también se colocan ramas de roble o de espino. También durante este día se recogían los cardos silvestres o “Eguzkiloreak” y se colocaban en las puertas de los caseríos para que protegiese la casa. Tambíen durante este día se recolectan las plantas medicinales para hacer ungüentos, por ejemplo “la sanjuanera”.
Además de las plantas, el agua también es otro elemento de mucha importancia, sobre todo relacionado con cuestiones de higiene, pureza, y limpieza. Había costumbre de acudir a las fuentes, nacederos o a ríos para limpiar y purificar el cuerpo y el alma aprovechando las propiedades mágicas que tenía el agua ese día. O incluso se paseaba descalzo entre el rocío del amanecer, para protegerse de los resfriados.
Y por último, el fuego, que es el elemento central del solsticio de verano. Hay la costumbre de encender hogueras en las plazas de los pueblos, en los barrios, entre los caseríos… Ya que había la creencia de que este fuego tenía el poder de purificar y de esta manera ahuyentaba a los malos espíritus. Pero claro, también hay que saltar por encima de la hoguera... Las cenizas de la hoguera se esparcen en el campo para bendecir y protegerlo de las plagas.
Por si acaso, según las creencias durante la noche del solsticio de verano al lado de una fuente hay que dejar una cajita abierta. Por la noche entrarán en la cajita los “galtzagorris” (duende), para que nos ayuden a lo largo del año. Ya sabéis..