La huerta y el entorno de Igartubeiti en febrero
LA HUERTA
Continuaremos poco a poco con las plantaciones, con un producto que nos va a dar bastante juego, el espárrago. Necesita mucho espacio pero nos proveerá de una abundante cosecha, eso sí, requiere su tiempo y sus cuidados. Es una planta que dura muchos años, por lo tanto, hay que elegir bien dónde queremos plantarla. Se resguarda bajo tierra todos los años y después brota de nuevo, sucesivamente. Si no cortamos estos brotes crecerá una nueva planta. Con respecto a la plantación, el espárrago necesita que la tierra esté suelta y no compacta, que la planta esté protegida del frío y que le dé un poco de sol. En primer lugar, esparciremos un poco de cal, y después de un tiempo le añadimos a la tierra abono orgánico muy seco de origen animal y un poco de tierra recogida del entorno del río porque tiene más minerales o sino arenisca que contenga sílice. Plantaremos entre los meses de febrero y abril. Para ello, abriremos en la huerta una zanja de unos 35 cm, en la base añadiremos tierra que utilizamos para las plantaciones en los tiestos y a cada 50 cm haremos pequeños montículos de tierra, plantando el espárrago y cubriremos todo con tierra. En cuanto a la cosecha, en primavera cortaremos el brote a unos 25 cm., antes de que se destape, para evitar la tonalidad verde. Recogeremos la cosecha hasta junio, los demás brotes los usaremos para completar el ciclo, asegurando la cosecha del próximo año.
Antes de primavera conviene sembrar las semillas que obtuvimos en las cosechas anteriores, para que se acomoden a la tierra y esperaremos a los días calurosos para que broten. La semilla primero tiene que adquirir agua para hidratarse, después, poco a poco irá abriéndose hasta que salgan los primeros brotes. Conviene sembrar en una tierra de jardinería, con sustratos de abono orgánico. El tamaño de la semilla nos indicará a que profundidad tenemos que sembrar. No debemos olvidarnos del entorno y del bosque, también podemos sembrar diferentes tipos de árboles y de arbustos.
Es imprescindible destacar la importancia de las semillas en la vida rural, como activo ecológico y como mediador de la sabiduría tradicional. Históricamente, los/as campesinos/as de todo el mundo, incluido los/as baserritarras, durante miles y miles de años, han llevado a cabo la selección y el cuidado de las mismas, trasmitiendo esta sabiduría a las siguientes generaciones como patrimonio cultural. Las semillas contienen en sí mismas la magia de la naturaleza y el conocimiento cultural. Lo/as campesinos/as, a partir de sus acciones y conocimientos aprendieron a habitar la tierra, expresando toda la diversidad ecológica y cultural.
Hoy en día, debido a la manipulación genética liderada por las grandes industrias agrícolas y agroquímicas, los/as campesinos/as tienen dificultades de trabajar con sus propias semillas y de transmitirlas, dependiendo del mercado globalizado. Los criterios de la eficacia y de la rentabilidad económica han homogeneizado la diversidad distorsionando el paisaje agrario y rural. Por lo tanto, es fundamental cuidar, sembrar y compartir nuestras propias semillas.
ENTORNO
La savia de las plantas ya se ha activado, es un buen momento para llevar a cabo los injertos de algunos frutales. En el caso de Igartubeiti nos ocuparemos de los injertos de los manzanos. A través del injerto uniremos dos plantas diferentes, que con el tiempo se convertirán en un sólo árbol. Hay que diferenciar las dos plantas: el patrón, que lo utilizaremos como base o soporte, el cual se alimentará de los minerales de la tierra mediante sus raíces. Y el injerto, es la parte, el brote o la rama que uniremos al patrón. En el injerto la sabia y los minerales se convertirán en hojas, en flores y en manzanas. El patrón, es un manzano que hemos conseguido de una semilla, pero no sabemos exactamente de qué tipo de variedad es. Por ello, cortaremos esta planta desde el tronco, y le añadiremos el brote o la rama de un manzano de la variedad que hemos elegido, para poder reproducirlo y asegurar el tipo de manzano que queremos lograr. Debemos hacer el proceso con el primer brote del año. En el injerto la sabia de las dos plantas se mezclarán. La savia circula debajo de la corteza, por lo tanto, debemos gastarla o levantarla en las dos plantas, para que al unirlas se mezclen y circulen bien. De esta manera, realizaremos un corte en el patrón, donde colocaremos el injerto, uno o dos. El corte debe curarse y cerrarse bien, y para eso le añadiremos una resina especial y sujetaremos con una cuerda hasta que se unan bien.
Es la época de la poda de los diferentes frutales, concretamente de aquellos árboles que se adelantan (cerezo, peral…). Es conveniente mantener las ramas que cortemos, pues nos vendrán bien para el compost orgánico o para construir algún cercado. También talaremos en luna menguante aquellos árboles para madera como el roble, el fresno, el castaño…
No es casualidad que el mes de febrero se celebren diferentes ritos basados en las antiguas creencias populares y que estén ligados a este despertar de la naturaleza. Hoy lo denominamos como folclore, sin embargo, en un tiempo formaba parte de una estructura de creencias que ordenaban y daban forma a la sociedad llenando de significado a los sucesos del entorno natural y social. Desde este punto de vista, se pueden interpretar o relacionar los carnavales en el País Vasco con la llegada de la primavera, con la transición. El invierno está llegando a su fin y la tierra está despertando de su letargo, el ciclo se renueva con nuevas actividades en el mundo rural. Hay que entenderlo como una época de cambio y transición, como rito de paso y de transformación. Surgen las máscaras, la fiesta, los animales (el oso, el lobo…), personajes mitológicos y extraños, que simbolizan y socializan el cambio. La naturaleza se reinventa otra vez, y paralelamente la sociedad rural también se está preparando para ello. Por ejemplo, en muchos carnavales aparece el oso, el animal que ha pasado todo el invierno durmiendo y con la primavera se despierta. Junto al carnaval festejamos la Candelaria (relacionado con la luz), Santa Agueda e incluso los “joariak” de Ituren y Zubieta, que están relacionados con el despertar de la tierra de su letargo.