La huerta y el entorno de Igartubeiti en enero

03/01/2018
En enero, así dice el refrán: “urtarril hotza, neguaren bihotza”. Es decir, el mes de enero, el corazón del invierno, se conoce popularmente como “hilbeltza/ mes-negro”, todavía nos quedan algunas nevadas y heladas. Es un momento tranquilo en la huerta, la tierra está descansando pero hay que cuidar los árboles frutales y también la tierra, prepararla para la primavera.

Árboles de Igartubeiti sin hojas

 

 

 

 

 

 

LA HUERTA

Sembrar avena, trigo, centeno, cebada... También haba, alubia, guisante, apio, ajo fresco, remolacha, berro, verdolaga, hinojo, perejil, acelga, perifollo y cebolla. Plantar cebollino, chalota, berza de primavera, ajo, haba. Abonar con estiércol, ceniza y cal. 

En enero, sembraremos habas que no requieren mucho trabajo ni cuidados especiales. Las habas proceden de África y de Asia. En Euskal Herria, las habas nos han acompañado  a lo largo de la historia, y concretamente en los caseríos son muy conocidas. De ahí vienen muchos refranes relacionadas con las habas, por ejemplo “babalore”, (inocente). La haba, pertenece a la familia de las leguminosas que debido a un proceso químico que sucede en las raíces de este tipo de planta, la tierra adquiere más nitrógeno y hay que añadir abono orgánico en la huerta. Para plantarlas, abriremos una pequeña zanja en la huerta y las esparciremos. De una hilera a otra conviene dejar 50-60 centímetros, y de semilla a semilla 10 centímetros. Cuando crezca la planta hay que preparar una estructura o unas estacas para atarlas, ya que debido al peso, tienden a encorvarse. Es una planta que necesita mucha agua y aguanta bien el frío hasta -5C. Es conveniente mezclar jabón y tabaco y esparcir la mezcla en las hojas para hacer frente a diferentes enfermedades y a pequeños contratiempos: diversos tipos de aves se acercarán a comer las semillas y con los primeros brotes surgirán las plagas de la pulga y el pulgón atraídos por el nitrógeno.

Por otro lado, todavía estamos a tiempo de sembrar el ajo cuyo nombre científico de latín es  “Alliun”, que proviene del céltico All, que significa picante/vivo. En algunas zonas del País Vasco, concretamente en la vertiente atlántica, debido a la tipología de la tierra, antes de sembrar el ajo conviene esparcir un poco de arena mezclada con cal. En caso de añadir a la tierra abono orgánico de animal, es conveniente  que esté bien seco y sea viejo. Al ajo le viene bien el frío para que sea más picante y vivo de sabor. Para sembrar, introducimos directamente el bulbo en la tierra a unos 8 centímetros de profundidad, dejando una distancia de 15 centímetros entre los bulbos y 25 centímetros de una línea a otra. Al crecer la planta, conviene eliminar las hierbas y las hojas para que el sol caliente la tierra. Para evitar plagas o enfermedades es recomendable esparcir ceniza. Unos días antes de recoger la cosecha (en junio aproximadamente), para aumentar el tamaño de los dietes de ajo, aplastaremos un poco la planta o ataremos unas tres plantas entre ellas.

Últimamente ha llovido mucho, la tierra necesita su tiempo para absorber toda esa agua y reactivarse del frío. En esta época del año no conviene mover mucho la tierra,  para evitar el barro y la aridez de la tierra.  En Igartubeiti utilizaremos la cal en el huerto para oxigenar la tierra y eliminar su aridez. La tierra en el País Vasco es muy rica y arcillosa, (sobre todo en la vertiente atlántica) pero con las lluvias y el barro, no puede respirar y se asfixia. Las plantas tienen dificultades para obtener los minerales necesarios ya que estos se quedan estancados. Para evitar esta situación utilizaremos la cal que ayuda a la tierra a respirar mejor. De esta manera, los microorganismos estarán más activos y el proceso de descomposición de la materia orgánica será superior, garantizando la salud de nuestra tierra. 

Charcos en el huerto de Igartubeiti

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ENTORNO

Tal y como hemos mencionado anteriormente, estamos sumergidos en el corazón del invierno. Las nevadas, las heladas y el frío han creado un paisaje particular de esta época. Esto supone un “parón” y también un poco de calma, disminuyendo la actividad de la naturaleza (los árboles y los arbustos pierden sus hojas, se para el flujo de la sabía…), que afecta a todo ser vivo. De todas formas, hay que continuar cuidando el entorno, para que esta calma se reactive en primavera. Por otra parte y para darle un poco de color al invierno, hay un árbol/arbusto en Igartubeiti, que al perder sus hojas ha obtenido un color muy vivo que resalta ante la fachada de madera del Caserío.

Los manzanos son imprescindibles en el caserío, prueba de ello es que los caseríos del siglo XVI se construyeron en relación a la sidra, para darle vida al viejo lagar. Para degustar sidra y manzana, debemos cuidar los manzanos adecuadamente. Para ello es conveniente, en esta época, cubrir los manzanos, y también otros frutales, con una mezcla de agua, cal, polvo arcilla y estiércol, esparciendo la mezcla tanto en el tronco del árbol como en las ramas principales. De esta manera protegeremos los primeros brotes de insectos como las hormigas. Es recomendable hacerlo en días que no llueva.

Históricamente la cal ha estado muy presente en los caseríos. Por un lado sirve para cuidar la tierra y los diferentes frutales. Y por otro, se utilizaba para blanquear las paredes y fachadas de los caseríos. ¿Cómo y dónde se obtenía tanta cal? De los hornos, llamados, “karobi”, “karobizulo” o “kisu-labe”, que estaban en los bosques del entorno de los caseríos, dónde se quemaba la piedra caliza. Estos hornos o karobi a pesar de ser desconocidos, son parte junto a otros muchos elementos de nuestro paisaje rural. A su vez, nos recuerdan que el paisaje no está constituido únicamente por elementos de la naturaleza (árboles, montañas, ríos, animales…), también existen construcciones que demuestran que el ser humano ha estado inmerso en esas redes naturales, antropizando o humanizando la naturaleza y tejiendo nuestro paisaje cultural.

Y por último, en Igartubeiti tenemos un árbol/arbusto que nos ofrece luz y color durante el invierno, se trata del mimbre. Arbusto plantado en el entorno del huerto para simular una valla natural. Crece unos 3 metros y pierde sus hojas en invierno, que es cuando más resalta y demuestra su atractivo. Sus ramas se tiñen de un color amarillento-naranja intenso. En Igartubeiti están situados delante del caserío creando un bello contraste con la madera del edificio, dando brillo al invierno. Las ramas largas del mimbre se utilizaba para hacer cestos y las bases de las sillas.

Mimbre en Igartubeiti

La huerta y el entorno de Igartubeiti en enero

El huerto de Igartubeiti en enero