La abeja: vida y muerte

20/04/2021
Como dice el refrán: “El enjambre de abril para mí, el de mayo para mi hermano". Con la llegada de la primavera, las abejas comienzan su actividad. ¿Todavía no has visto ninguna? Si es así, mira con atención a tu alrededor y, si ves alguna, observa cómo trabaja.

Las abejas son fundamentales para tener un entorno lleno de vida. Al fin y al cabo, estos insectos polinizadores ayudan en la fecundación de una cantidad muy elevada de plantas; y esto posibilita tener un ecosistema variado y muy activo. Por lo que, no podemos negar que son importantes.

De todos los productos que producen las abejas, en el caserío se han utilizado sobre todo dos: la miel y la cera.

A continuación, intentaremos explicar como es el proceso de creación de la miel: las abejas van de flor en flor y con la trompa extraen el néctar, que está formado por agua, glucosa, fructosa, sacarosa y polen. Una vez que hacen la digestión expulsan la miel al panal.

¿Sabías que los apicultores colocan las colmenas en un lugar u otro según la miel que quieran conseguir? Sí, así es. Según de qué flor se extrae el néctar la miel tendrá unas características u otras; es decir, el color, la textura y el sabor varían. En general, la miel de Europa es de color amarillo, aunque también tenemos de color blanco y verdosa.

Otro producto que usaban los y las baserritarras era la cera. Con este se hacían ungüentos y velas. La velas se utilizaban en los rituales fúnebres. por ejemplo, cuando fallecía el señor o la señora de la casa, dando tres golpes en la colmena se notificaba la defunción a las abejas. Así, se les pedía que produjeran cera en grandes cantidades, ya que con las velas se le alumbraba “el camino” al difunto.

Pero no es esta la única creencia sobre ellas. También se creía que si en el cristal de la ventana de la cocina se posaba una abeja, era indicador de mala suerte. Al parecer, se dice, que las abejas no se podían vender, como mucho se podían intercambiar. Aunque, Francisco Ignacio Aramburu recoge en su manuscrito que en 1778, una mujer llamada Lucia de Arocena vendió una colmena en el pueblo de Legorreta. Puede ser que esta anécdota se guardara porque fue un suceso extraño. 

Pero, ¿qué hay de la abeja hoy en día? Cada vez usamos más productos que se extraen de su trabajo: polen, jalea real, propóleo,... Pero el sector esta viviendo un gran desafecto: la muerte de las abejas está incrementando mucho. Esto es por diversas causas: uso de químicos muy fuertes, plagas, la caída del sector, etc. Al haber cada vez menos polinizadores, esto está creando inquietud en el sector agrario. Al fin y al cabo, porque al mismo tiempo que estamos perdiendo gran cantidad de abejas, también estamos perdiendo biodiversidad y vida. Y esto perjudica, por supuesto, a nuestro paisaje.

La abeja: vida y muerte

Antiguas colmenas que hay en Igartubeiti.