El caserío Igartubeiti y su entorno en mayo
LA HUERTA
Por un lado, durante el mes de mayo, llegará la cosecha de los guisantes, la última de este invierno, que tendremos que ir recolectando poco a poco, para dejar espacio en la huerta a las siguientes plantaciones. Al mismo tiempo, habrá que estar atento/a a la fresa, una de las frutas más especiales de la huerta, que se recolecta en mayo.
Las fresas de Igartubeiti
Es el momento de sembrar la alubia, en euskera, “babarruna, baba gorria (alubia roja) o indiaba”, “la alubia de las indias”, que llegó a nuestros caseríos desde América, hace ya más de cuatro siglos, junto a otros muchos productos.
La alubia pertenece a la familia de las leguminosas, sus raíces generan nitrógeno, por lo tanto, no hace falta añadirle mucho abono orgánico. Se siembre junto al maíz, ya que éste se aprovecha del nitrógeno de la alubia y ésta última que es trepadora, aprovecha los tallos del maíz para enredarse a ellas.
A la alubia le viene bien el clima cálido de la vertiente atlántica del País Vasco. Es conveniente que le dé el sol, en las raíces en concreto. No le gusta la tierra muy seca, pero teniendo en cuenta el invierno que hemos tenido, conviene echar cal a nuestra tierra que es arcillosa.
A la hora de sembrar, en caso de que no se haga junto al maíz, dejaremos unos 70 cm de una hilera a la otra, para poder montar una estructura de madera. Sino, con unos 20 cm es suficiente. En primer lugar haremos unos agujeros en la tierra donde pondremos unas 6 semillas en cada orificio, con una distancia de unos 40 cm entre ellos. De vez en cuando es conveniente remover la tierra para que el agua circule bien y el calor llegue hasta las raíces.
La cosecha se recoge en otoño, cuando la vaina se seque en la planta y tenga un color marrón.
La tierra después de labrarla
De cara al verano podemos plantar melón, una fruta refrescante.. El clima y el tipo de tierra que tenemos en el País Vasco no son las más idóneas para esta planta pero lo plantearemos como un reto.
Existen muchas variedades y tipos de melón, tanto en forma como en color. En cuanto a su origen, proviene del Sur de África y de Asia.
A esta planta, sin duda le gusta el calor y es amante del sol, pues su temperatura idónea son 30 C. Sembraremos las semillas del melón a finales de abril o en mayo, cuando la tierra esté caliente. Previamente, es conveniente tener las semillas a remojo durante un día. Para plantarla, mejor hacerlo en una tierra que no esté muy trabajada. Nos hará falta mucha cal, mucho abono orgánico y un poco de hojarasca. Haremos unos pequeños montones de tierra donde colocaremos 3-4 semillas. Hay que tener muy en cuenta el espacio, ya que el melón tiende a expandirse. Cuando la planta haya cogido un tamaño considerable, conviene se puede echar un poco de paja en su entorno para que no crezca la hierba y tenga más agua.
Si el tiempo acompaña, recogeremos la cosecha a partir de julio, cuando ya esté madura y las hojas hayan cogido una tonalidad marrón.
EL ENTORNO
La floración que se inició en abril, está en plena actividad ahora en mayo. Será increíble las, formas, colores y olores que va a adoptar nuestro entorno, un espectáculo para nuestros sentidos. Por ejemplo, alguno de los frutales están en plena floración y otros ya lo han hecho. Es el caso del cerezo, que es uno de los primeros árboles en florecer en nuestro entorno. Además pronto empezará a dar su fruto que es la cereza. Pero lo dejaremos para otro momento.
El cerezo mirando a Igartubeiti
En Igartubeiti está floreciendo el manzano, fundamental en la vida del caserío y en el relato que contamos en el museo. Si se cumplen las condiciones, es decir, que no haga mucho frío y que tampoco llueva mucho, a través de la polinización la cosecha será la adecuada. A partir de mediados de mayo, cuando aparezcan las primeras manzanas, realizaremos el “aclareo”, la retirada de las manzanas más pequeñas para que el manzano tenga reservas siguientes cosechas. Es el momento de mimar al manzano. Es momento de embotellar la sidra, mejor los días de luna menguante.
La flor del manzano
Por otro lado, podemos plantar un árbol que no es autóctono, pero que está muy ligado a la historia del caserío, la palmera. Durante los primeros 3-4 años, hasta que el árbol eche raíces, lo sujetaremos con unos postes, para que esté más sujeto, y le añadiremos abono orgánico.
¿Pero qué relación tiene la palmera con el caserío? En la mayoría de los casos, no siempre, era el primer hijo varón, el primogénito o el “maiorazgo”, el que se quedaba con el caserío y los bienes. El resto de los/as hermanos/as dejaban el caserío, se casaban a otro caserío o se iban como criados. Otra de las opciones era empezar una vida religiosa o hacerse a la mar o se iban al extranjero, como pastores a América. A algunos de ellos se les conoce como “indianos”. Muchos regresaron de América con un buen patrimonio, y con una palmera que la plantaban en sus caseríos natales o en las nuevas “casas de los indianos”.
Cuidado del entorno en colaboración con Jakoba Errekondo:
- Antes de comenzar con las plantaciones preparar la tierra
- Plantar las plantas que tenemos en el semillero en la huerta.
- Echar abono orgánico a las plantas que tenemos en los tiestos
- Plantar las hierbas aromáticas
- Plantar las plantas y bulbos que florecerán en verano: gladiolo, cala, begonia
- Si suben las temperaturas, sacar las plantas al sol.
- Esparcir abono orgánico
- Esparcir, cal o las cenizas del fuego en la huerta, antes de las plantaciones. Si le hemos echado abono orgánico esperar como mínimo dos semanas antes de echar la cal.
- Recoger las últimas hojarascas para hacer el compost.
- Cuidar los frutales