Entorno: ¿qué es de los árboles? ¿Y del bosque?
En esta época, tal y como comentamos, debemos prestar mucha atención al entorno. En concreto, a los árboles y frutales que conforman nuestro paisaje. Con ellas podemos realizar muchos trabajos, como por ejemplo la plantación. Conviene primero hacer un hoyo, y a la tierra excavada se le puede añadir material orgánico muy bien descompuesto, así se estructura la tierra, y para finalizar se hace la plantación. Pero, hay que tener cuidado con el hielo, porque las tierras heladas pueden dañar las raíces de las plantas.
También es un buen momento para conseguir madera. Para eso es imprescindible mirar a la luna, y en luna menguante podemos tirar árboles desnudos para materiales y maderas que utilizaremos en el fuego. Por ejemplo: roble, melojo o roble rebollo, encina, fresno... ¿Por qué? Gracias a la luna, estos árboles tienen poca savia, lo que nos ayudará a conseguir madera más resistente, para así tener un fuego más duradero en los fríos días de invierno. En algunos caseríos, tenían la costumbre de utilizar la madera de la encina para el horno, ya que daba un fuego lento y permanente. Por otra parte, en el fuego que se hacía para calentar la leche era habitual utilizar las puntas de leña para conseguir un fuego ligero.
Como decíamos, en invierno los trabajos de cuidados son importantes y el bosque también hay que cuidarlo. Para darnos cuenta de ello no tenemos más que ver lo que dice en el libro "Nekazaritzako irakurraldiak" para las ikastolas de la zona de montaña, escrito en 1933:
“Egoki esan izan da zugatza lurraren alaitasuna dala, ta, noski, guk ere ala diogu, guztien onerako bearrezkoak dirala zugatzak”
“Arbolak aizea ondu egiten dute, zelaiari txorien txiripititxoa pozgarrien bizitasuna ematen diote ta askotan aize usanduna uzten dute beren loreen usai gozoarekin. Ez bakarrik mendian edertasuna eman, baizik aldi berean bizitza eta aberastasuna eman dizkigute”
“Mendietako arbolak moztutzea ondamen aundienetako bat da”
En la Edad Media, por ejemplo, no había miedo a la deforestación. En aquella época, había abundancia de bosques y no se temía la desaparición del bosque. Pero a finales del siglo XVI esto empieza a cambiar. En esta época cobran mucha fuerza, los ferrones, los astilleros, las construcciones de caseríos... y la madera es el material más utilizado. Aumentó el deseo de que los ferrones crecieran en sus competencias, lo que supondría cambios en el uso de la madera. Este mismo cambio produjo un gran choque social. Veamos qué dice al respecto el historiador Álvaro Aragón Ruano:
“Cuando el bosque comienza a escasear, se desata la lucha por hacerse con su aprovechamiento. Ello provoca el enfrentamiento entre los diversos sectores económicos y sociales, traducido en pleitos” (Aragon, 1998: 113)
La madera y el fuego, en invierno, solía suponer un gran cambio en los caseríos. El fuego establecía la diferencia entre pasar frío o entrar en calor, entre comidas crudas y cocinadas, o entre mineral y hierro, entre otras. Y en invierno, especialmente, establecía la diferencia entre la vida y la muerte. El acopio de madera tenía su importancia en las casas como vemos. Pello Zabala dice lo siguiente sobre la relación entre la madera y los vascos:
“Euskaldunok naturarekiko eta zuhaitzekiko betidanik izan dugu erakarmen eta lotura apartekoa. Pentsa baserrietako su, laratz eta tximinia haiek, zenbat egur mota erre eta kiskalitakoak ziren, zenbat kontu gordetakoak, zenbat eltzeko han errosarioz ondutakoak, zenbat zur usain eta lurrin kedarretan usnatuak...” (Zabala, 2019 :25)
Hoy en día, sin embargo, la madera ha sido sustituida por otras fuentes de energía. Y eso también ha cambiado nuestra relación con el bosque: qué plantar, para qué, cómo cuidarlo, cómo utilizarlo, y principalmente, cómo entenderlo. Hoy en día en el bosque tenemos diferentes problemáticas, sobre todo con la gestión de las variedad. Pero, ¿cuáles son los retos que tiene la sociedad vasca de cara al bosque actual? ¿Y qué relación queremos con el bosque del futuro?