Enero: tiempo de descanso y cuidados de la tierra
El corazón del invierno
Enero es el mes que se sitúa en el corazón del invierno. Sin embargo, el día poco a poco va ganando horas de luz, lo que permite iniciar el nuevo ciclo de las plantas. Junto a ello, nosotros damos comienzo al nuevo año y en el caserío se prepara la labor para todo el año. Para empezar a cultivar es necesario fortalecer la tierra, es decir, realizar labores de abonado.
En este proceso de fortalecimiento también es imprescindible el frío que trae el propio invierno, para darnos cuenta de ello no tenemos más que fijarnos en los siguientes proverbios: “neguak edertzen du uda”, “negu bigunegiak, uda gogorregia”. Por lo tanto, podemos decir que el invierno es un revitalizante o medicamento para la tierra.
Pero para hacer frente a ese frío, el caserío se preparaba de antemano, de este modo el invierno no les pillara de sorpresa. Así que, se acumulaban alimentos y madera, porque el frío se combate mejor con el vientre bien lleno y el cuerpo en caliente: “Elur-melur, ez naun/k hire beldur, badi/n/at etxean nahiko arto eta egur”
También es momento para prestar especial atención a los árboles frutales y, por supuesto, podemos cortar árboles desnudos que tenemos en el bosque, tanto para materiales como para madera. Pero estos son trabajos que hay que hacer en menguante, así que mira a la luna y estate atento.
La huerta
El mes de enero, como ya hemos mencionado, lo utilizaremos para revitalizar la tierra. Para ello daremos un descanso al suelo y procederemos a la fertilización. Los fertilizantes orgánicos ayudan a mejorar la estructura de la tierra, por un lado, filtra mejor las aguas y, de allí, absorbe mejor los minerales extraídos y, al mismo tiempo, ayuda a suavizar la tierra dura. Los trabajos de fertilización no sólo mejoran la calidad del suelo, sino que también mejoran la actuación de los buenos microbios, lo que permite recuperar los suelos en los que se han utilizado productos químicos. Para reforzar la salud de los terrenos también es necesario el frío invernal, por supuesto en su medida. La nieve, por ejemplo, se va derritiendo poco a poco, por lo que la tierra absorbe muy bien el agua y durante todo el año las plantas tendrán acceso a ella. Por otra parte, los hielos invernales sirven para acabar con algunas bacterias, lo que reducirá el uso de productos fitosanitarios de cara al futuro. Es necesario que la tierra no quede sin fuerza, por eso hay que fertilizarla. ¿Y qué tipo de fertilizantes orgánicos tenemos? Son varios, por ejemplo: compost, humus de gusano, cenizas, cal, estiércol... Pero hay que tener en cuenta lo que necesita la tierra o el cultivo que vamos a cultivar, ya que cada abono aporta sus beneficios.
Pero además de cultivar la tierra, en esta época se planifica la huerta para todo el año y tenemos la oportunidad de empezar con la siembra. Los cultivos que podemos sembrar son: haba, cebolla, hinojo, remolacha, apio,.... En la huerta podemos hacer unas pocas plantaciones, como cebolleta, lechuga de invierno... y también fresas (fresones). Aunque pueden plantarse durante todo el año, en invierno es una buena época para plantar fresas de raíz desnuda. La fresa es de toda Europa y Asia, y por supuesto hay muchos tipos de fresas. Entre ellas, la fresa silvestre o la fresa común (Fragaria vesca) que podemos encontrar en nuestros bosques. Esta ha sido muy apreciado en Europa desde tiempos remotos y comenzó a cultivarse a partir del siglo XIV. Pero alrededor del siglo XVIII se desarrollaron híbridos de variedades americanas con frutos más grandes, conocidas como fresas de huerta o fresón (Fragaria × ananassa), que sustituyeron al cultivo de fresa silvestre.