Hacer contra al fuego en los caseríos
Ultimamente, por desgracía se están produciendo muchos incendios en los caseríos. Nuestro compañero de trabajo, Zuhaitz Akizu explica las razones por la que se incendian los caseríos, en un artículo publicado en el periodico Berria.
El temor más terrible de los baserritarras fue durante años el fuego del rayo y se creía que el espino albar tenía el poder de alejar al rayo. Pero los ritos mágicos no eran suficientes para evitar que un rayo o un simple accidente doméstico causasen con reiterada frecuencia el incendio y la destrucción completa de los caseríos.
El hecho de que los caseríos se iluminaran mediante rollos de vela y candiles de aceite y la presencia del ganado moviéndose entre grandes montones de helecho seco provocaba frecuentes accidentes de consecuencias desastrosas. Mucho más eficaces que los conjuros y plegarias en la batalla contra el fuego fueron algunas originales soluciones arquitectónicas que desde principios del siglo XVI se adoptaron para proteger los caseríos gipuzkoanos.
Debido a que los focos de incendio más habituales eran la cocina y la cuadra, construían un muro interior que aislase las alcobas del resto de la vivienda. En la fabricación del muro cortafuegos que separaba los dormitorios se excluían todos los elementos combustibles e incluso la puerta que permitía cruzarlo, que por las noches se cerraba con llave, no era de madera sino de chapas de hierro roblonadas.
Candil de aceite con varilla terminada en un
gancho afilado para colgarse de los postes de la casa.