El mijo en el olvido
En julio, el mijo podía sembrarse después de recoger el trigo. Este grano se dejó de sembrar mucho antes que de sembrar trigo, aproximadamente entre los siglos XVII-XVIII. El pan se hacía con harina de trigo y mijo. Pero siempre era escaso y escaso. Las tierras no eran buenas, demasiadas lluvias y muchas cuestas, y aunque trabajaban hasta reventar, nunca tenían suficiente cosecha para llenar el vientre, y para saciar el apetito tenían que esperar el trigo del mar.
Hasta que llegó lo que llamaban "el maíz de las Indias". El nuevo cereal que llegó de América, más grande y productivo que el del País Vasco, transformó el maíz hasta entonces en mijo y el maíz grande de América. Con el tiempo, sin embargo, el mijo desapareció completamente de los campos y el cereal americano se convirtió en "maíz", sustrayendo el nombre y el lugar al viejo mijo.
El maíz crecía bien y rápido, y hacia unas cañas muy altas. El grano era gordo, y la harina amarilla y pegajosa, perfecta para hacer talos. Pero había que tener cuidado, después de pelar las mazorcas, tenían que estar un mes secándose, en un sitio bien ventilado y abierto, de lo contrario se enmohecían. En el caserío Igartubeiti se construyó un nuevo desván para ello y de paso se rehabilitó toda la casa.
En el siguiente vídeo se pueden escuchar las quejas de María Salete, viuda del molinero del caserío Urkiola de Ezkio, por la humedad del maíz.
"Soy María de Salete, la viuda de Miguel de Sagastizabal, el molinero de Urkiola. Llevo toda la vida viendo dar vueltas a las ruedas del molino, y nunca había visto nada parecido. Antes molíamos sin problemas todo el mijo y el trigo que me traían los vecinos de Ezquioga. Pero desde hace un par de temporadas, me han empezado a traer esa maldita borona de las Indias que llaman maíz. Y la harina que da es tan amarilla y tan húmeda que las muelas se me paran, y me paso todo el día picándolas. Como esto siga así voy a tener que cambiar de piedras".