Cuando el entorno se adorna...
Para muchos será una flor indiferente, pero en realidad tiene mucho que contar. Sobre todo, porque es importante para poder continuar con el círculo de la vida. Es decir, la flor es esencial para conseguir la semilla.
Las personas que vivían en el caserío, siempre dejaban a una parte de la cosecha florecer, para poder sembrar después la semilla de esa planta.
Y, ¿cómo conseguían las semillas? No es un trabajo fácil. Se deja florecer a la planta. En el caso del nabo, sus flores son amarillas. A continuación, se corta la planta del tallo y se dejan secar; una vez que estén secas se extraen las semillas. En algunos caseríos, también se recogía en el mismo lugar donde estaba la planta. Se deja que la flor se seque en la misma planta. ¿Sabéis como se recogía? Colocaban una tela y mientras sacudían las flores la pasaban por debajo.
Pero debéis saber que la flor del nabo no solo se utiliza para sacar la semilla, también se puede comer. Y, como no, anuncia el momento en el que nos encontramos. Hoy en día tenemos calendarios, relojes y móviles para conocer el tiempo. Pero, antaño, las y los baserritarras observaban los cambios del entorno. De hecho, la flor del nabo estaba muy ligada a la confesión. Seguramente os estaréis preguntando porqué era así. La respuesta es muy simple. Porque había que confesarse en la semana de Pascua. Y el nabo está en flor durante este periodo.