“Marzo es loco y abril no poco”
LA HUERTA
Como hemos comentado, aunque el inicio de abril suele ser un poco incierto, los/las baserritarras bien saben que estamos en los momentos cruciales de trabajar la tierra. Entre los baserritarras al mes de abril se le ha llamado jorraila, que significa el mes de labrar la tierra, mes en el que se la juegan. “
Los/las baserritarras deben continuar con sus trabajos de mantenimiento y puesta a punto de la tierra, para comenzar con las plantaciones de cara a primavera y verano. Por un lado, se debe observar cómo se encuentra el abono verde, si está en flor habrá que cortar para añadir a la tierra o sino esperar un poco. posiblemente hasta mayo. Y por otro lado, seguir con el abono orgánico y cal.
En cuanto al abono orgánico y la floración, en el compost de Igartubeiti ha ocurrido algo curioso, los puerros que dejamos florecer el año pasado, al marchitarse los echamos en el compost. Sin darnos cuenta, de esas mismas semillas han salido puerros que ahora otra vez están a punto de florecer. Ya veremos que ocurre...
En cuanto a las plantaciones, una opción no muy común es el hinojo.
El hinojo se conoce por su uso como especia, aunque no sea muy común encontrarlo en los huertos de la vertiente cantábrica del País Vasco, ya que es una planta mediterránea. Las primeras menciones sobre el hinojo son de hace 3000 años, del antiguo Egipto, donde se indica que esta planta era muy buena para el proceso digestivo. En India lo concebían como un alimento afrodisíaco. Serían los romanos quienes poco a poco extenderían su uso como especia, y en la Edad Media se empezó a cultivar en toda Europa. En aquella época creían que el hinojo ahuyentaba a los malos espíritus, y por eso en el solsticio de verano colocaban sus ramas en las puertas o ventanas de las casas, o también se utilizaba en los partos.
Al ser una planta mediterránea, le gustan los sitios calurosos y que la tierra no esté muy húmeda. Al mismo tiempo necesita mucho abono orgánico. Es una planta que aumenta mucho su tamaño, por lo tanto, debemos elegir el espacio adecuado. Se puede empezar a plantar ahora, a principios de abril, y recogeremos la cosecha a finales de verano y durante el otoño. En el hinojo se aprovecha todo: las hojas, el tallo, las semillas, el bulbo… Además, tiene un olor característico a regaliz y anís.
EL ENTORNO
Si observamos el entorno, vemos los cambios que produce la primavera y comprenderemos el significado que le dieron los clásicos a este mes.
En latín, la palabra “aprilis” significa abrir, y a su vez Ovidio utilizaba para nombrar o explicar que en este mes “se abre la tierra”. De modo que algunos, ven el origen de la palabra abril en este concepto y palabra del latín. Además, es un concepto inmejorable para explicar los sucesos están ocurriendo en el entorno. Es decir, la apertura de la naturaleza, o esa explosión que es fruto de la primavera. Y no es de extrañar que en la época romana se dedicase este mes de abril a Venus, la diosa de la belleza y del amor. Los/las baserritarras en cambio, estarían observando las cuevas de las cumbres, las moradas de la diosa Mari, quien es la responsable de los sucesos meteorológicos.
Esta explosión primaveral que suele darse durante este mes, será muy visible en las plantas y árboles de nuestro entorno. Los primeros árboles en florecer son el cerezo y el almendro. Dentro de unas semanas tendremos el placer de disfrutar con la floración de los manzanos, un espectáculo. En Igartubeiti, otra planta igualmente conocida se ha vestido de pequeñas flores blancas: el endrino. Si los romanos dedicaban este mes a Venus, para los celtas era el mes del sauce, es ahora cuando florece el sauce cabruno. En la vieja Castilla los campesinos a su vez se fijaban en las flores de las lilas, que también florece ahora.
Nuestra mirada puede captar fácilmente estos cambios primaverales que se están dando en el entorno. Pero los/las baserritarras han podido afinar sus sentidos y percibir otros cambios o rasgos en detalles más pequeños que indican la primavera, como las mariquitas, mariposas, lagartijas…
En los inicios de la primavera, si por la mañana encontraban alguna araña, se creía que era un augurio de que iba a venir el mal tiempo, en cambio el de la tarde anunciaba buen tiempo. O cuando iban al bosque a por diferentes recursos, dependiendo de los elementos que observaban sabían en qué momento se encontraba la primavera. Uno de esos elementos son las setas de la primavera o “udaberriko zizak”, setas que salen a finales de marzo e inicios de abril. En el entorno de Igartubeiti no sabemos si saldrán las setas de primavera, pero esa reapertura de la naturaleza que significa “abril” se demuestra con las bellotas. Aquellas que en otoño e invierno cayeron al suelo ahora se han abierto y de ellas han emergido pequeñas plantas de roble.
La primavera también se caracteriza por sus sonidos y melodías. Los/as baserritarras distinguían los cantos de los pájaros que también les recordaban la estación en la que se encontraban. El sonido más conocido es el del cuco, también las golondrinas, que representan la primavera, ya que es ahora cuando comienzan a hacer sus nidos. El entorno también incluye en la arquitectura. En la construcción de caseríos como Igartubeiti, durante los siglos XV, XVI y XVII, los carpinteros utilizaban la estructura de cola de golondrina para ensamblar las piezas de madera.
La idea de la primavera como un “revivir” de la naturaleza también se ha trabajado en ámbitos como la filosofía, la poesía o el arte. Es por ello que durante estos días de excepcionalidad, desde Igartubeiti proponemos ver la primavera y reflexionar sobre ella mediante tres pinturas que enlazan al campesinado y la primavera. De esta manera, sin movernos de casa también podremos disfrutar sobre nuestra historia a través del patrimonio y el arte, que nos hablan de nosotros/as, y reflexionar sobre la actualidad.
El artista francés Jean Francoise Millet del siglo XIX., pertenecía a una familia campesina, hecho que se refleja en sus obras de arte que representan la vida ligada al campo. Este artista vivió en primera persona la industrialización, las diferentes revoluciones que se dieron durante ese siglo y también fue testigo de los inicios del éxodo rural. Y todos estos acontecimientos se concentran en sus obras, de las cuales hemos elegido esta: Le Greffeur o “el injerto”, dónde aparece una familia campesina que está injertando un retoño en un árbol viejo.
Por otro lado, hemos seleccionado al artista vasco Ramiro Arrue, de orígen vizcaíno, se formó en París, pero en sus obras se hace visible su vinculo con el País Vasco. Este artista del siglo XX vivió la industrialización. Ante este hecho que chocaba con el aspecto tradicional del País Vasco, en sus obras trabajó los temas del caserío, como aquel mundo que todavía perduraba en plena industrialización.
En la obra Les Travailleurs au champ retrata una de las tareas que se realizaba en esta época del año: trabajar la tierra con las laias.
Y por último, el artista Aurelio Arteta, uno de los fundadores de Euskal Artisten Elkartea. Sus obras son representativas de aquella sociedad del siglo XX, en la que dos mundos aparentemente separados que eran el caserío y la industria son protagonistas en sus obras.
La obra que hemos elegido es “Romería Vasca”, como representativa de esas reuniones sociales que se llevaban a cabo una vez terminada la siembra o la recogida de la cosecha.