presentación de las piezas
En cuanto a la rueca, se puede observar que está formada por un palo de madera que tiene en su extremo un espacio para colocar los copos de fibras. Para su sujeción se podía utilizar un enrocador cosido con cartones y telas, que en nuestro caso tiene vivos colores como el rojo, el amarillo y el marrón. Aunque no sabemos a qué época pertenece, sabemos que llegó a Gordailua desde Salaberri Baserria (Aniz, Baztan, Navarra) y que actualmente forma parte de la colección reunida por el grupo Goruzaleok.
Fuente: Gordailua.
El huso, por su parte, tiene origen guipuzcoano, Errenteria, y pertenece a la misma colección de Goruzaleok. Se trata de un palo de madera largo y cilíndrico, que se afila en uno de sus extremos y lleva una pieza de contrapeso o tope en el otro lado (normalmente la parte más gruesa, la inferior).
Fuente: Gordailua.
¿cómo y para qué se usan?
El objetivo de ambas herramientas es convertir las fibras naturales en un único hilo manejable. Para ello se deben preparar previamente dichas fibras, y una vez cardadas se puede empezar a hilar el hilo. Como se ha comentado anteriormente, en estas herramientas se puede utilizar tanto lino como lana, aunque las técnicas utilizadas con cada una de ellas difieren.
La rueca se agarra con la mano izquierda o se coloca sobre la cintura y con la ayuda de la mano derecha la hilandera irá sacando pequeñas hebras. Humedecerá sus dedos con saliva y según vaya sacando las hebras de hilo las irá enroscando poco a poco, usando el dedo gordo y el pulgar. Al mismo tiempo, este hilo inicial se atará a la base del huso y al girarlo, las fibras del lino o de la lana se irán enroscando en él. La hilandera irá dándole vueltas al huso con su mano derecha y gradualmente el hilo formado se enroscará a su alrededor.
En el caso del lino, una vez obtenido el hilo, se hacían madejas que tenían que ser lavadas con agua caliente y cenizas. El último paso consistía en realizar ovillos para su posterior utilización en telares. Con el hilo de lana también se fabricaban madejas que, teñidas o de forma natural, se utilizaban en los telares.
¿quién se encargaba de hilar y tejer?
Tras el trabajo relacionado con el uso y manejo del lino nos encontramos con la figura de la mujer. El vínculo al trabajo y negocio de esta planta brindó en su día gran libertad y reconocimiento social a muchas mujeres solteras: mujeres encargadas de obtener la semilla del lino, de sembrarlo, de cuidarlo, de recoger la cosecha, de hilar sus fibras y de fabricar las telas.
Para la labor de hilar, normalmente las mujeres se reunían en la cocina de sus casas, en el vestíbulo o en el desván: se solían reunir en grupo, pero cada una llevaba sus propias herramientas y se encargaba de hilar su propio hilo. Se reunían durante los atardeceres del invierno, aprovechando el tiempo que les quedaba una vez finalizaban las demás obligaciones domésticas. También era un pretexto donde las mujeres podían socializar con sus vecinas, convirtiéndose así en uno de los elementos que marcaba la vida social de los barrios o pueblos rurales.
Las familias más adineradas utilizaban lienzos y prendas importadas, pero los campesinos tenían que prepararlas ellos mismos, con lino o lana. Las niñas de los caseríos eran instruidas en la labor de tejer desde muy jóvenes: eran sus madres y abuelas quienes les transmitían todo el conocimiento necesario para poder desenvolverse y empezar a aprender la tarea. De ahí en adelante, esta actividad la realizarían durante toda su vida.
La lana, en cambio, era un material que en muchos lugares trabajaban los hombres, especialmente los pastores, durante el largo tiempo que tenían mientras cuidaban del rebaño. Estos sólo se servían del huso para hilar la lana, sin necesidad de utilizar la rueca.
Estos instrumentos se utilizaron en los caseríos de Gipuzkoa hasta mediados del siglo XIX y comienzos del XX. Poco a poco, sin embargo, las innovaciones de la Revolución Industrial comenzaron a tener influencia y pese a que hasta entonces se habían mantenido las técnicas tradicionales, las mujeres empezaron a abandonar la fabricación de lino y lana, favoreciendo la importación de telas de algodón.
Fuente: Atlas Etnográfico de Vasconia.
¿qué tipo de prendas se hacían con lino y lana?
En los caseríos, las telas más comunes eran aquellas hechas con lino. Las prendas de vestir, las sábanas y cortinas de las habitaciones y los trapos para la cocina, entre muchos otros, eran parte de lo que se denomina ajuar doméstico. También se usaba lana, aunque en menor medida.
Cada mujer creaba a lo largo de su vida todas las telas necesarias para completar el ajuar doméstico, así como para el ajuar litúrgico. Dentro de éste se podían encontrar los lienzos que se utilizaban en la iglesia durante la celebración de los funerales y, sobre todo, los sudarios o telas que se utilizaban para envolver el cadáver antes de su sepultura. Tanto el ajuar doméstico como el litúrgico son muestra de la presencia del lino a lo largo de la vida de las mujeres, partiendo desde la infancia hasta su muerte, atravesando de por medio los ritos matrimoniales.
Además de los sudarios, fue otra prenda de lino la que marcó el mercado y la sociedad de aquella época: la beatilla. Dentro de la sociedad vasca, varias mujeres tenían la obligación de llevar la cabeza cubierta por una tela, costumbre que poco a poco se fue extendiendo a otros territorios de la península. Por su aspecto de cuerno, el uso y comercio de las beatillas provocó, no pocas veces, enfrentamientos con la Iglesia debido a su supuesta simbología fálica. No obstante, la confección y sobre todo el comercio de estas prendas otorgó en muchas ocasiones cierto estatus y libertad a las mujeres que a ello se dedicaban.