El caserío ha sido una herramienta y un escenario permanente de trabajo. En un solo edificio, cerrado y compacto, se criaba el ganado y se almacenaban las cosechas; y además se producían una gran variedad de objetos de uso doméstico que satisfacían algunas de las necesidades básicas de la familia.
La vinculación de estos valiosos saberes, habilidades y tecnologías han construido la forma de hacer, planificar espacios, desarrollar técnicas y herramientas determinadas. Han contribuido a dibujar paisajes y han quedado plasmadas en el entorno natural y arquitectónico a lo largo de la historia. A su vez recogen e incluyen saberes y conocimientos transmitidos de generación a generación, que forman parte de nuestra identidad y constituyen nuestra memoria colectiva.
Este proyecto se ha puesto en marcha en septiembre de 2014, con el Ciclo Trabajando el lino y a continuación hemos abordado las temáticas de la miel y del maíz.